· El ímpetu que traía la cadena ha menguado mucho en los últimos meses y lo ha hecho desde la raíz, desde la producción de animales, que parece haber entrado en una meseta de la que está costando salir. Al cierre del 2019 la producción de carne está convergiendo a una tasa de crecimiento de entre 1,5% y 2,5% anual, una gran desaceleración en el ritmo de expansión que se traía desde hace más de una década (+8% promedio año entre 2007 y 2018).
· La ausencia de inversiones importantes en nuevas granjas y/o en ampliación de establecimientos existentes (básicamente incremento de madres en producción) es uno de los factores que explica el menor dinamismo. Otra causa que probablemente esté influyendo tiene que ver con la productividad, las granjas medianas y grandes se han acercado mucho a los estándares productivos de países líderes, las mejoras de productividad a las que se puede aspirar se van haciendo más pequeñas.