Los trabajadores solteros que hoy obtienen ingresos brutos por $21.000 mensuales, destinan casi 10% de sus ingresos a pagar el impuesto a las ganancias, cuando en 2006 destinaban un 5,3% y un 0,8% en 1998. Para salarios brutos actuales de $30.000, el impuesto a las ganancias se lleva un 17% de los ingresos, cuando en 1998 lo hacía sólo con un 2,5%
Si se exime del pago del tributo a la segunda cuota del aguinaldo (SAC), la incidencia del tributo sobre quienes se encuentran gravados por Ganancias disminuiría levemente; por ejemplo, un trabajador soltero con salario mensual de $21.000 pasaría a destinar un 9,1% de sus ingresos anuales al impuesto, en lugar del 9,7% que aporta en la situación actual.
¿Qué proporción del costo laboral que tiene un empleado para un empleador llega finalmente a bolsillos de aquel? Para el ejemplo mencionado en el párrafo anterior, el salario neto de bolsillo después de pagar impuesto a las ganancias se halla en una relación mínima con relación al costo laboral bruto, dado que de $100 de costo salarial que afronta el empleador, el trabajador recibe $59 netos de bolsillo si se trata de un asalariado casado con dos hijos, y $55,5 si se trata de un trabajador soltero.
Si consideramos trabajadores que obtienen en 2014 sueldos brutos mensuales de $30.000, luego del pago del impuesto a las ganancias llegan a sus bolsillos, cuando se trata de personas solteras, algo menos del 50% del costo laboral bruto que afronta la empresa, y entre 51 y 53% si estamos en presencia de asalariados casados con dos hijos.
En ese mismo ejemplo, del total de costo laboral que afrontó la empresa, un 50% fue apropiado por el Estado en 2014, cuando en 2001 dicho porcentaje rondaba el 36% y el 42% en 2005. De modo que para este rango de trabajadores, el Estado pasó de quedarse con un 36% de los recursos que le costaba el asalariado a un empleador en 1998, a un 50% en 2014.
Un trabajador soltero que gana dos veces el salario promedio formal de la economía (alrededor de $20.000) ha visto incrementarse su salario real un 16% entre 2001 y 2014, a diferencia de sus pares que no son alcanzados por el impuesto a las ganancias, en cuyo caso la mejora real sería del 29%. Existen casos de trabajadores en que su poder adquisitivo no varió en el citado período, como consecuencia del mayor peso del impuesto a las ganancias.
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