Si bien el gasto en subsidios económicos es levemente progresivo e implica un incremento del ingreso neto de los receptores de los mismos, el impuesto inflacionario es regresivo, y además ambos generan fuertes distorsiones en la economía.
El impuesto inflacionario compensa prácticamente en su totalidad el efecto de los subsidios económicos, y al resultar regresivo llega a casi neutralizar la progresividad del gasto en subsidios. El impuesto inflacionario representa el 21% del ingreso para una familia del primer decil (menores ingresos), mientras que es menos del 3% para una familia del décimo decil. En el efecto consolidado entre subsidios e impuesto inflacionario existe un beneficio neto para algunos deciles de bajos ingresos, pero en ninguno de los casos el impacto representa más de 2% del ingreso.
De manera que para las familias receptoras de subsidios económicos, en torno a 90% del mismo es absorbido por el impuesto inflacionario. En economía "ningún almuerzo es gratis", en este caso lo que se evita pagar en materia de energía, agua y transporte se termina pagando vía impuesto inflacionario.
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