Más allá de los rótulos que se apliquen a la política económica, si el próximo año subsistiera una brecha cambiaria significativa, la recuperación de las exportaciones sería más lenta, el ingreso de capitales seguiría frenado y la evolución futura de la inflación quedaría bajo un signo de interrogación. Desde que se acentuaron los controles, a fin de 2011, se advierte una marcada correlación entre la magnitud de la brecha, la evolución de las reservas del Banco Central y la marcha del nivel de actividad, por lo que no parece posible salir del estancamiento sin resolver las distorsiones del mercado cambiario.
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